Estas mujeres se enfrentaron a tres tipos de hambre: hambre física, hambre de comunidad y hambre de Dios. Cada una de ellas es importante que sean saciadas siempre, y Dios no se desentiende de ninguna. Para Él cada aspecto de nuestra existencia es relevante y quiere ser parte de ellos. A Él le interesa nuestro cuerpo físico y sus necesidades, incluida la salud; a Él le interesa nuestro bienestar psicológico y por eso nos deja una familia extendida como la Iglesia, y a Él le interesa nuestra satisfacción espiritual y por eso es que envía a su propio Hijo a rearticular nuestra relación con él.

¿A qué hambre te estás enfrentando hoy? Creo que muchas veces las experiencias que nos trastocan el mundo, como esta pandemia, nos permiten observar la vida desde una perspectiva más humana, más humilde, y nos hacen apreciar mejor las oportunidades que tenemos, sobre todo, la que considero más importante: conocer a Dios un poco más.

Hoy día, Dios está dispuesto a dejarte satisfecho si eres capaz de aceptar al Pan de Vida que vino para que tu obtengas esto.